Inicio EcuadorPrefecta de Esmeraldas: ¿En qué país vive? Su apoyo a Noboa desata indignación en un Ecuador al borde del abismo

Prefecta de Esmeraldas: ¿En qué país vive? Su apoyo a Noboa desata indignación en un Ecuador al borde del abismo

Un apoyo cuestionado frente a la cruda realidad Ecuatoriana

by MasharosNews
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En un acto que muchos califican de una profunda desconexión con la realidad nacional, la prefecta de Esmeraldas, Roberta Zambrano, se convirtió en el centro de la polémica tras su encendida defensa del presidente Daniel Noboa durante la marcha del pasado 12 de agosto. Sus declaraciones, en las que asegura que «todo el país apoya al presidente, con excepción del poder judicial», han encendido las redes sociales y generado una pregunta que resuena en millones de hogares: ¿en qué país vive la prefecta?

Mientras Zambrano aplaudía la gestión de Noboa, afirmando que «está cumpliendo con sus promesas», la realidad para la gran mayoría de los ecuatorianos pinta un cuadro dramáticamente diferente. Las promesas de campaña de 2023, que ofrecían un futuro con mejor salud, seguridad y un freno a la corrupción, se han desvanecido, dejando tras de sí un país que, según analistas y ciudadanos, se asoma peligrosamente al abismo de un estado fallido.

El Espejismo de las Promesas Cumplidas

La afirmación de la prefecta choca frontalmente con los hechos. Ecuador atraviesa una de sus crisis más agudas, con un sistema de salud y educación debilitado por drásticos recortes, una ola de violencia que no cesa y una falta de oportunidades que ahoga las aspiraciones de la juventud.

«Decir que Noboa está cumpliendo es un insulto a la inteligencia de los ecuatorianos», comentaba un usuario en redes sociales, un sentimiento que se ha multiplicado exponencialmente. Lejos de los eventos mediáticos y las marchas planificadas, la calle cuenta una historia de miedo, pobreza y desilusión.

Ecuador al Límite: Una Crisis Innegable

La brecha entre el discurso oficialista y la vida cotidiana es cada vez más grande. Mientras Roberta Zambrano habla de un «cambio profundo» y un respaldo masivo, los ciudadanos enfrentan una realidad innegable:

  • Inseguridad Galopante: La violencia se ha apoderado de las calles, convirtiendo la vida diaria en un acto de supervivencia.
  • Sistema de Salud en Crisis: Los hospitales carecen de insumos básicos y el acceso a una atención digna es una lotería.
  • Desempleo y Pobreza: La falta de oportunidades obliga a miles de personas a vivir en la precariedad, sin un horizonte claro.

La pregunta que flota en el aire es inevitable: ¿está la prefecta de Esmeraldas viendo el mismo país que el resto de los 18 millones de ecuatorianos? ¿O vive en una burbuja de discursos triunfalistas, alejada del clamor de un pueblo que exige resultados y no solo palabras?

Ecuador no puede permitirse líderes que ignoren la magnitud de su crisis. Si el gobierno y sus aliados continúan de espaldas a la realidad, el colapso no será una posibilidad, sino una certeza inminente. La verdadera medida del cumplimiento no está en las marchas, sino en la paz de las calles, la calidad de los hospitales y las oportunidades en cada hogar. Y en ese Ecuador, en el real, las promesas siguen rotas.

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