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“El FMI te da el paraguas cuando hay sol y te lo saca cuando llueve”, decía Mark Twain, refiriéndose a los banqueros. Hoy, esa frase cobra más sentido que nunca en Ecuador.
El presidente Daniel Noboa, sin mostrar una hoja de ruta clara ni un equipo técnico capaz de enfrentar la compleja crisis económica, ha confirmado que su segundo mandato continuará con los compromisos asumidos en mayo de 2024 con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a través del Servicio Ampliado del Fondo (SAF), por el que Ecuador accedió a un crédito de $4.000 millones a 48 meses.
📉 En tan solo ocho años (2017-2024), Ecuador se convirtió en el cuarto país más endeudado del mundo con el FMI, y uno de los que mayor peso fiscal soporta respecto a su Producto Interno Bruto: un 70%. Esto significa que nuestra capacidad de decisión económica se reduce peligrosamente. Las opciones para un desarrollo soberano se diluyen con cada pago de capital e intereses que se prioriza sobre inversión y bienestar.
🔁 La historia se repite: la misma receta, el mismo resultado
Los compromisos firmados por el gobierno incluyen:
▪ Eliminación progresiva de subsidios (combustibles, electricidad)
▪ Nueva reforma tributaria con posibilidad de otro aumento del IVA
▪ Reestructuración (y posible privatización) de empresas públicas como CNEL, CNT y Petroecuador
El nuevo “modelo Noboa” no es nuevo. Es una reedición del viejo recetario de los años 80 y 90, décadas perdidas marcadas por la austeridad, el desmantelamiento del Estado y la promesa —nunca cumplida— de que “mejores días vendrán”.
💡 La lógica es clara: menos inversión pública, más carga para los ciudadanos y empresas nacionales, y mayor dependencia de capital externo. Todo en nombre de la “confianza de los mercados”.
⚠ La trampa del subsidio: una señal al FMI, no al pueblo
El Decreto Ejecutivo No. 20 eliminó el subsidio al diésel para 29 atuneras industriales. ¿Impacto fiscal real? Marginal. Pero el mensaje al FMI fue claro: el “Nuevo Ecuador” está dispuesto a ceder.
Le sigue la eliminación del subsidio eléctrico para grandes consumidores. Esto, en una economía dolarizada como la nuestra, significa más costos de producción, menos competitividad y menos empleo. Pero lo más preocupante es que el grueso del subsidio —el que realmente interesa al FMI— aún está en el transporte y las termoeléctricas. Pronto llegará su turno.
🧾 Más impuestos, menos redistribución
Una nueva reforma tributaria está en camino. El aumento del IVA de 12% a 15% no bastó. Se propone sustituir ingresos temporales por permanentes, sin importar la regresividad del impuesto o el impacto sobre la economía real. Es decir: el pueblo paga la factura de una deuda que no pidió.
🏭 Empresas públicas en la mira: paso previo a su privatización
Las auditorías a empresas públicas, encargadas a firmas extranjeras, están en marcha. ¿El objetivo? Justificar su ineficiencia para abrir el camino a las Alianzas Público-Privadas (APP) o la venta directa. Lo que no se dirá: muchas de estas empresas fueron debilitadas por decisiones arbitrarias del propio gobierno, como el retiro de recursos bajo convenios de liquidez para alimentar el Banco Central y cumplir metas con el FMI.
💬 Conclusión: entre el ajuste y la obediencia
El modelo económico en marcha no prioriza al pueblo. Prioriza los pagos, no las personas. La liberalización de precios, la subida de impuestos, la privatización disfrazada de eficiencia y el endeudamiento sin condiciones soberanas son las señales de que estamos entrando a una nueva etapa de subordinación financiera.
Mientras la mayoría sufre, el capital sonríe. Y el paraguas, otra vez, lo tiene quien no lo necesita.
