Quito, Ecuador. El Gobierno anunció con entusiasmo que el riesgo país de Ecuador cayó a su nivel más bajo en seis años —alrededor de 670 puntos según el Banco Central—, asegurando que “la economía nacional se está recuperando y el mundo confía en nosotros”.
Sin embargo, fuera de los despachos ministeriales, la realidad de las familias ecuatorianas desmiente el optimismo. La confianza de los inversionistas internacionales no llena las farmacias vacías, no arregla los techos caídos de las escuelas ni pone comida en las mesas vacías de los hogares.
🏥 Hospitales sin medicinas, pacientes sin esperanza
En los hospitales públicos, la escasez de medicamentos y equipos médicos ya es crónica.
Aunque el presupuesto de salud subió un 12 % en 2025, gran parte de esos recursos no se han ejecutado.
Según el INEC, los hogares aún pagan más del 30 % de los gastos en salud de su propio bolsillo, porque el sistema público no cubre tratamientos ni medicinas.
Mientras el ministro presume cifras macroeconómicas, los enfermos siguen esperando turnos que nunca llegan.
🎓 Escuelas en ruinas y jóvenes sin futuro
En el sistema educativo, la situación es igual de crítica.
El gasto público apenas alcanza el 3,9 % del PIB, lejos del 6 % recomendado por la UNESCO.
En muchas escuelas rurales, los alumnos estudian bajo techos que se caen o deben pagar cuotas “voluntarias” para cubrir gastos básicos.
Miles de jóvenes abandonan sus estudios por falta de recursos o migran al extranjero.
El gobierno habla de “reactivación”, pero en las aulas se vive una realidad de abandono.
💼 Trabajo informal y hambre formal
El desempleo “oficial” se ubica en 3,4 %, pero la cifra real esconde un drama: más del 56 % de los ecuatorianos trabaja en la informalidad, sin estabilidad ni seguridad social.
El subempleo supera el 20 %, y cada vez más familias viven del rebusque, del comercio callejero o del crédito informal.
La gente sobrevive, pero el país no progresa.
🌋 Zamora Chinchipe: la paradoja amazónica
Mientras el Gobierno presume de una economía en “recuperación”, en provincias amazónicas como Zamora Chinchipe, Morona Santiago o Orellana, la única actividad que ha mantenido dinero circulando es la minería ilegal.
Paradójicamente, la economía que el presidente menciona como ejemplo de crecimiento se sostiene en gran parte por actividades fuera de la ley.
Allí, donde el Estado casi no llega con escuelas, hospitales ni carreteras, los campamentos mineros se convirtieron en el motor económico de comunidades enteras.
La gente compra, vende, construye… pero lo hace en un modelo económico que no genera derechos, ni seguridad, ni sostenibilidad.
El “milagro” que el Gobierno cita tiene pies de barro: no nace de inversión pública, sino del abandono.
📉 Cuando las cifras no salvan vidas
El riesgo país puede bajar, pero eso solo significa que los grandes prestamistas internacionales creen que Ecuador pagará sus deudas.
No significa que haya medicinas, educación o empleo.
Mientras las gráficas del Ministerio de Economía muestran estabilidad, el pueblo enfrenta una realidad de desigualdad, hambre y desesperanza.
📢 El verdadero riesgo país
El verdadero riesgo no está en los mercados financieros.
Está en que los hospitales colapsen, en que los maestros abandonen las aulas, en que los jóvenes pierdan la esperanza y los pueblos sobrevivan gracias a economías ilegales.
Porque un país no se mide por lo que confían los bancos, sino por lo que confían sus ciudadanos en el futuro.
“Bajó el riesgo país, pero subió el riesgo de morir sin atención médica, de estudiar bajo techos rotos, de trabajar sin salario justo y de vivir en un país donde la ilegalidad mantiene viva la economía. Ecuador no necesita solo confianza de los mercados: necesita justicia social.”